viernes, 3 de agosto de 2012

Jaén. Domingo 22 de julio de 2012. Empezó una de las mejores semanas de nuestras vidas. Llegamos inundados de nervios, nadie se conocía, aunque algunos empezaron a hacer amistades en el bus o en el tren. A medida que iban pasando las horas, los minutos, los segundos, empezamos a conocernos, a compartir momentos que, por mucho que queramos, jamás podremos olvidar.
Los días allí fueron eternos, y aquella sensación nos gustaba. Saber que a cada minuto teníamos algo que hacer, no había ni un segundo libre para el aburrimiento, ya fuera despertarnos temprano para ir a desayunar, hablar en inglés sin descuidar una palabra en español porque sino tenías un gorro de ducha sobre la cabeza, tirar los cubiertos a la hora de comer para que el comedor estallara a aplausos... Sumando todas esas sonrisas cómplices por los pasillos, esos abrazos, esas noches en vela de habitación en habitación o en el pasillo a pesar de las advertencias de Oliver. Por no hablar de todas esas cosas que ni en nuestros mejores sueños se nos habría ocurrido hacer, como una obra de teatro en inglés, cosa que a muchos nos era imposible por la infinita vergüenza que nos inunda al estar frente a un salón lleno de gente, hacer un desfile de modelos vestidos con material reciclado, una guerra de globos de agua después de un campeonato de balón prisionero en el que nació el PINK, amado para algunos y odiado para casi todos. Sin olvidar la tarde haciendo las máscaras para el baile de la última noche, en la que más de uno terminó con purpurina suficiente para toda una semana. Y por supuesto, el baile del viernes noche, en el que todos terminamos poniéndonos tristes escribiendo firmas en los Memory books, porque alguien se cargó la mesa de mezclas de nuestro dj...
Y así podría pasarme horas y horas, recordando, poniéndome nostálgica, al recordar cada momento vivido en aquel albergue, aquellos 7 días que marcaron nuestras vidas. Muchos en un principio no queríamos ir. Lo pensamos ahora, y sin duda, habría sido el error de nuestras vidas.
Gracias a todos y cada uno de vosotros por las sonrisas que me habéis arrancado, todos los sentimientos compartidos y cada recuerdograbado para siempre. Nunca pensé que en tan solo una semana os llevaráis una parte de mí.
Pasarán los días y las semanas, pero jamás podremos olvidar una de  las mejores semanas de nuestras vidas. Y recordad, esto no es un adiós, es un hasta luego.

Os quiero
Fátima.