El miedo, el dolor, la desesperación... Sentimientos de los que intentamos huir, escapar... Nos hacen llorar, padecer, jadear, sufrir, desesperar, nos provocan tristeza, amargura...
Pero la única fotrma de que desaparezcan es hacerles frente, enfrentarnos a ellos,
afrontar el miedo y el dolor son la confirmación de que realmente sentimos, vivimos, existimos, respiramos... No importa la razón por la que lo hagamos, lo que cuenta es acabar con ellos, y seguir adelante,
seguir haciendo nuestro propio camino. Seguir adelante sin miedo al fracaso, a caer y no poder levantarnos, a la pérdida, a la soledad, al dolor... Si fracasamos aprenderemos de los errores, aprenderemos a no tropezar dos veces en la misma piedra y a rectificar, si nos caemos nos levantaremos las veces que haga falta, si tememos perder algo lucharemos para que no sea así, para que nos escape del alcance de nuestra mano, y si nos hacen daño, cada vez seremos más fuertes, llegando al punto de no derramar lágrimas por quien no importa, por quien no merece la pena y reconocer a quien realmente le importamos y nos quiere.
Esos nos ayudarán a levantarnos y sanarán nuestro dolor y nuestras heridas cada vez que caigamos, y harán que el miedo no nos impida actuar, nos empujarán a seguir caminando por esa razón por la que debemos luchar, y al final nos daremos cuenta de que ellos son la razón por la que merece la pena luchar.