sábado, 8 de febrero de 2014

Nunca me había planteado escribir sobre lo que es mi carrera. Lo primero que se podría decir es que mi carrera no es como las demás, mi carrera es especial. Es alegría y dolor a la vez. Es una montaña rusa de estados anímicos. Es plantearte constantemente si es lo tuyo, si realmente estás dispuesta a sacrificar horas y horas delante de libros, apuntes, folios, subrayadores, cafés... Sacrificar horas de vida normal, horas de un tiempo que solo se vive una vez, horas que empleas estudiando para aprender, e incluso para aprobar exámenes es los que muchas veces te quedas con un 4.5. Tú, que le echas más horas que un reloj, que te dan taquicardias y ataques de ansiedad en esas épocas infernales de exámenes en las que te examinas en una semana de 200 temas, que sientes que te ahogas en tu propio agobio, que sacrificas sábados, domingos, festivos, vacaciones... ¿Para qué? Para que luego no llegues a sacar un maldito 5. No sabéis lo frustrante y desmotivante que puede llegar a ser esta situación, pensar que te tienes que conformar con un simple aprobado cuando la mitad de tu vida se basa en estar horas y horas en una silla, con el culo carpeta.
Y bueno, sin pensar en todas las consecuencias que derivan de esta forma de vida. Días que malcomes o comes por exceso o por defecto; estar en un estado de somnolencia constante; prácticas hoy, mañana, pasado y los informes que van y vienen; no puedes ver a tus amigos que están en otras carreras porque la genialidad de Bolonia en tu universidad ha prohibido los parciales y tú te tienes que comer un examen de 40 horas (leánse el doble de temas por horas)  de temario en una única convocatoria. ¿Y cómo te lo comes? Pues con fuerza de voluntad, esfuerzo y constancia. Y si el día del examen es un día de mierda porque te has tirado la noche entera sin dormir repasando y comprobando que sólo te acuerdas del título de los temas, pues te jodes el verano y te llevas los apuntes a la playa que Septiembre te espera.
Es injusto, mucho. Es estar constantemente en alerta, no poder descansar. Es estar siempre diciendo 'Joder, qué bien, si dedico algún momento de mi precioso tiempo me siento culpable por no estar con el culo aplanado en esa putrefacta silla'. Y cuando puedes hacer realmente lo que te place, es el finde de transición entre exámenes y el nuevo cuatrimestre. Dos días para recuperar la motivación, tu autoestima y tu vida social.

Y bueno, diremos que estamos aquí porque queremos, y así es. Mi carrera me motiva, me chifla, me parece algo a lo que no todo el mundo puede dedicarse. Pero la presión continua a la que estamos sometidos es propia de robots o seres inhumanos. Por ello, al menos por mi parte, hay una esperanza de que todo este sufrimiento pueda ser compensado de alguna forma. Viendo la esperanzadora ya agradecida mirada de un paciente a la que un tratamiento le funciona, ver nacer, salvar vidas al fin y al cabo.
Para mí, con tener eso el día de mañana me bastará para pensar que Medicina merece la pena.