Y qué tres meses.Veo fotografías del día de mi graduación y del día de ayer, y a mí me da la impresión de haber cambiado. Y no tan sólo física, sino psicológicamente. Todas estas experiencias de libro, todos esos sentimientos reescritos de nuevo, como si de un giro de 180º se tratara.
Es posible que un verano te cambie la vida. No lo dudo, lo afirmo. Tantísimas experiencias, imposibles de escribir, pues jamás nadie podrá saber cómo me he sentido en cada instante, en cada destello de adrenalina, alegría, o pura felicidad. El hacer el primer viaje con tus amigas a la capital a un festival. El irte a un campamento en el cual no conoces a nadie y te llevas a personas que hoy se han convertido en tu rutina. Noches eternas en esa discoteca que pone tus canciones preferidas, y días no vividos posteriores. Por no hablar de esos momentos que duran segundos y que pasas horas y horas hablando de ellos. Tostarse al sol en la playa, sumergirte en el agua de la piscina y tocar el fondo con las puntas de los dedos y volver a subir para llenarte los pulmones de oxígeno. Sintiéndote viva. Momentos improvisados, espontáneos, que sin darte cuenta recordarás y te arrancarán la mejor de tus sonrisas. Esos que te inundan de nostalgia en invierno.
Es difícil, pero todo eso ya es un recuerdo. El recuerdo del mejor verano de mi vida. Todas esas personas, momentos, canciones que cada vez que escuche volveré a poner porque despiertan en mí un sentimiento de todos esos segundos de felicidad. Ahora comienza una nueva etapa en mi vida. Una gran etapa, suelen decir que es la mejor de todas. Espero seguir escribiendo cuando la misma termine, y poder decir que cada verano ha superado con creces al anterior.