''Solo puedo pensar que 'desparejado' es el adjetivo por excelencia de los calcetines que, por su propia naturaleza, tienden a desparejarse, a seguir a cada cual su camino. Uno se esconde en la lavadora, otro cambia de cajón, otros se caen del tendedero o tratan de emparejarse con calcetines distintos. Los seres humanos deberían acceder al emparejamiento por insinto. Es decir, el emparejamiento debería ser algo natural, espontáneo, tranquilo. Para mí, en cambio, todo cuanto se relaciona con el emparejamiento no es natural, ni espontáneo, ni tranquilo.
¿Va a resultar que no soy un ser humano, sino un calcetín?
La primera vez que salí con otro calcetín tenía 12 años. 'Salí' quiere decir que, tras haber percibido un interés recíproco, decidimos más o menos de común acuerdo ir juntos al jardín por la tarde.
Él pasó a recogerme a casa, y aquel fue el mejor momento de nuestra salida. Porque estaba emocionada, porque me había puesto ropa bonita, porque él se portó como un caballero un par de veces abriéndome la puerta y cediéndome el paso, comportamientos a los que en aquel momento no di mucha importancia, pero que luego añoré durante varios años. Solo que una vez llegados al jardín descubrí que no teníamos nada que decirnos. Tras un par de horas que pasamos hablando de aquello y de lo otro, incluso nos besamos; sin lengua, por supuesto. Pero cuando regresé a casa estaba, si no decepcionada, cuando menos perpleja. Por dentro pensaba: ''¿eso es todo?'' '
Siempre estarás tú.