Tengo un nudo en la garganta. Tengo tantas palabras que decir. Muchas lágrimas contenidas, y sobretodo, preguntas. Preguntas. Sigo sin entender el por qué de esta situación, y lo que más me inquieta es la incertidumbre de no saber qué es lo que me espera. Echo la vista atrás, y me vienen recuerdos tan dulces, tan bonitos, tan inocentes de hace sencillamente un año. Un año de cambios, dudas, puntos de inflexión que, sin duda, ha merecido la pena.
Pero puestos a analizar y extraer lo mejor, tú has sido lo mejor. Mi gran punto de inflexión. Empecé a ver la vida desde otra perspectiva, descubriendo nuevos horizontes, nuevos sentimientos. No puedo evitar echarte de menos, por mucho que nos empeñemos en aparentar que todo va bien.
En estos momentos lo único que siento es que necesito desaparecer, huir. Lejos, necesito pensar, desconectar. Vivir nuevas experiencias. Y sobretodo, tener la certeza de que cuando vuelva todo habrá cambiado para mejor, que todo vuelva a ser como antes, a pesar de todos los cambios que nos acechan a día de hoy.
Tengo un buen presentimiento. Espero no equivocarme. Me voy a 400 kilómetros de aquí, pero, ¿de qué me sirve salir de esta inmensa ciudad si de quien pretendo huir seguirá dentro de mí...?