miércoles, 13 de julio de 2011


El miedo, el dolor, la desesperación... Sentimientos de los que intentamos huir, escapar... Nos hacen llorar, padecer, jadear, sufrir, desesperar, nos provocan tristeza, amargura...
Pero la única fotrma de que desaparezcan es hacerles frente, enfrentarnos a ellos,
afrontar el miedo y el dolor son la confirmación de que realmente sentimos, vivimos, existimos, respiramos... No importa la razón por la que lo hagamos, lo que cuenta es acabar con ellos, y seguir adelante,
seguir haciendo nuestro propio camino. Seguir adelante sin miedo al fracaso, a caer y no poder levantarnos, a la pérdida, a la soledad, al dolor... Si fracasamos aprenderemos de los errores, aprenderemos a no tropezar dos veces en la misma piedra y a rectificar, si nos caemos nos levantaremos las veces que haga falta, si tememos perder algo lucharemos para que no sea así, para que nos escape del alcance de nuestra mano, y si nos hacen daño, cada vez seremos más fuertes, llegando al punto de no derramar lágrimas por quien no importa, por quien no merece la pena y reconocer a quien realmente le importamos y nos quiere.
Esos nos ayudarán a levantarnos y sanarán nuestro dolor y nuestras heridas cada vez que caigamos, y harán que el miedo no nos impida actuar, nos empujarán a seguir caminando por esa razón por la que debemos luchar, y al final nos daremos cuenta de que ellos son la razón por la que merece la pena luchar.